Canciones del recuerdo.

sábado, 13 de febrero de 2010

Ho voglia di te.


-Ya estamos, es ésta de aquí.
-¿Esta qué?
-La tercera farola. Hay una leyenda sobre este puente, el puente Milvio.
-¿Qué pasa?, ¿ahora te haces la culta?
-¡Soy culta! Sobre muy pocas cosas, pero lo soy. Como por ejemplo ésta, ¿quieres escuchar la leyenda o no?
-Antes quiero un beso.
-Vamos, escucha... Es una historia preciosa.
[...]
-¿Me la cuentas o no?
-Ésta es la tercera farola que da al otro puente... ¿Ves eso de ahí?
-Sí... Me parece que alguien se ha equivocado atando la motocicleta...
-Pero ¿qué dices, tonto? Es el «candado de los enamorados». Se engancha un candado en esta cadena, se cierra y se arroja la llave al Tíber.
-¿Y después?
-Ya nunca te separas.
-Pero ¿quién inventará esas historias?
-No lo sé. Ésta existe desde siempre, la refiere incluso Trilussa.
-Te burlas de mí porque no lo sé.
-Es verdad... Lo que ocurre es que tienes miedo de poner un candado.
-Yo no tengo miedo.
-De todos modos, tienes miedo.
-Ya te he dicho que no.
-Claro que sí, y te burlas porque no tenemos un candado.
-Quédate aquí, no te muevas.
Vuelvo al cabo de un minuto con un candado en la mano.
-Entonces, ¿vas a hacerlo o no?
-Claro que sí.
Pongo el candado en la cadena, lo cierro y saco la llave. La mantengo un momento entre los dedos mientras miro a Gin. Ella me mira. Me desafía, me sonríe y levanta una ceja.
-¿Y ahora?
Cojo la llave entre el índice y el pulgar. La dejo colgar un poco más, suspendida en el vacío, indecisa. Después, de pronto, la suelto. Y vuela hacia abajo, patas arriba en el aire, y se pierde entre las agua del Tíber.
-Lo has hecho de verdad...
Gin me mira con aspecto extraño, soñador, incluso un poco emocionada.
-Ya te lo he dicho. No tengo miedo.
Me salta encima, a horcajadas, me abraza, me besa, grita de alegría, está eufórica, está loca, está... Está preciosa.
-Eh, eres demasiado feliz. ¿Acaso funciona de verdad esta leyenda?
-¡Tonto!
Y echa a correr, gritando en el puente. Se cruza con un grupo de hombres. Tira del abrigo del más serio, lo hace girar sobre sí mismo y casi lo obliga a bailar con ella. Luego se marcha corriendo otra vez, mientras los demás se ríen. Empujan bromeando al tipo, que se ha enfadado y quiere reñirla. Paso cerca del grupo y me encojo de hombros. Todos comparten la felicidad de Gin. Incluso el tipo serio al final me sonríe. Sí, es verdad, es tan guapa que todo el mundo, al verla, no puede evitar sonreír...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

contador de visitas